ELPAÍS: En la cárcel de Bakh, al norte de Afganistán, no se puede leer ni escribir. Algunos días, tampoco se desayuna ni se cena. Sayed Parwez Kambakhsh, un estudiante de periodismo de 23 años, lleva tres meses entre rejas. Comparte una pequeña celda con otros 30 presos que cumplen penas por robo, asesinato o violación. Él está allí por blasfemia. Y está condenado a muerte.
Su hermano, Yaqub Ibrahimi, es periodista. Va a verlo una vez a la semana. A Sayed Parwez se le acusa de insultar al profeta Mahoma por distribuir entre sus compañeros de clase un artículo, descargado de un blog en Internet, en el que se considera discriminatorio que el Corán permita al hombre tener cuatro esposas, y a la mujer sólo un marido. "En Afganistán cualquier cosa puede ser blasfemia, sobre todo lo que tiene que ver con los derechos humanos", cuenta por teléfono Yaqub. Ahora está en Kabul, la capital, haciendo todo tipo de gestiones para que el caso se transfiera al Tribunal Supremo y poder así apelar la sentencia. La mordaza de Sayed: El hermano del periodista afgano condenado a muerte por blasfemia asegura que los 'mulás' le tendieron una trampa >>> De Silvia Blanco
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